A la hora de diseñar una vivienda, uno de los mayores condicionantes es la parcela en la que se va a construir. La forma, la orientación o la pendiente del terreno son determinantes para optar por una u otra solución. En este caso, fue la proporción longitudinal del solar así como su pequeña superficie para fachada, lo que encauzó el punto de partida del proyecto.
Ante una situación como esta, el mayor reto siempre consiste en cómo introducir luz natural en todas las estancias de la casa. Para ello, el estudio de arquitectura Nao lo tuvo claro: un corte central, en forma de patio, sería la solución perfecta. Como estamos a punto de comprobar, el hecho de incluir un patio interior de dimensiones ajustadas en una vivienda, no supone, ni mucho menos, una pérdida de espacio. Al contrario, nos aportará numerosas ventajas: mejor luz y ventilación, entre otras.
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El secreto para que este pequeño patio resulte tan atractivo reside en el tratamiento que se le ha otorgado a cada uno de sus planos, tanto verticales como horizontales. Lo primero que llama la atención es la carpintería de madera. Si imaginamos este espacio con una carpintería diferente, por ejemplo blanca, perdería completamente su personalidad. Dejaría de ser un elemento protagonista en la vivienda a pasar prácticamente desapercibido.
La elección de esta carpintería robusta se ve enfatizada por el formato de las ventanas en cada uno de los niveles, que va variando y adaptándose a cada una de las estancias. Encontramos así aperturas abatibles, otras pivotantes, y también partes fijas. Como contrapunto, las juntas se dejaron limpias, sin madera, para aligerar el conjunto. Un detalle delicado que fomenta la transparencia y la amplitud espacial desde el interior.
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En el exterior, las paredes medianeras de ladrillo se tiñeron de blanco para multiplicar la incidencia de la luz hacia el interior y homogeneizar su aspecto irregular que, sin la pintura, podrían percibirse como inacabadas. Por su parte, el suelo se revistió con una capa de grava blanca, un material que a pesar de su color resulta muy apropiado para instalar en exteriores gracias a su fácil mantenimiento.
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Este patio no solo cumple con la función de iluminar el interior de la vivienda en todas sus plantas. También actúa como un sofisticado y sutil divisor de espacios. Así, en lugar de independizar salón y cocina, se optó por emplear esta burbuja de luz natural como separación y a la vez puente entre ambas estancias, aportando continuidad visual a toda la planta. De esta forma, desde un extremo de la vivienda puede observarse el opuesto, haciendo que la longitud de la misma parezca incluso mayor: un recurso muy eficaz que puede aplicarse en casas de dimensiones reducidas para que parezcan mucho mayores.
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Este patio interior acompaña además a la escalera en su desarrollo vertical, desde la planta baja hasta el ático, pasando por la zona de estudio en el primer piso. A diferencia de la planta baja, muy diáfana, el primer nivel requirió ser compartimentado para alojar los baños en el centro y los dormitorios en los extremos, aprovechando al máximo las fachadas cortas.
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Puesto que los baños son los lugares más íntimos de cualquier hogar, no podían diseñarse en contacto directo con el patio. Sin embargo, los arquitectos ingeniaron un sistema para que estos pudieran también beneficiarse del patio vertical: una franja horizontal de vidrio en la parte superior de sus muros, de modo que disfrutan de la claridad del exterior sin perder un ápice de intimidad.
La claridad del blanco aporta una sensación de pureza y libertad genial en el ambiente. Y la lámpara me encanta!! 🙂