Un almacén de verduras convertido en un diáfano loft

Un libro fue el desencadenante que llevó a Sara y a Dani a buscar un espacio industrial para su primera vivienda en común. “Todo comenzó con una publicación que nos regalaron hace tiempo sobre lofts neoyorkinos. Nos gustó mucho la idea de un gran espacio abierto compartido”, cuenta Sara. Por eso, buscaron un almacén donde poder crear el lugar con el que soñaban: una casa abierta donde disponer de un dormitorio en altura. Su vivienda respeta la esencia industrial del espacio original manteniendo las vigas y estructuras metálicas, elementos que le dan una personalidad particular a este loft.

De un vistazo…
Quién vive ahí: Sara Sánchez, interiorista de Dobleese, con su marido Dani y su hijo, que también se llama Dani
Situación: un antiguo almacén industrial en Albalat dels Sorells, población cercana a Valencia
Superficie: 260 metros cuadrados
Diseño, ejecución e interiorismo: Dobleese Space & Branding
Arquitectura: Smb arquitectura
Fotografía: Fandi
Vídeo: Charles Mercier

Dani y Sara viven aquí desde hace diez años. Hace más o menos año y medio nació Dani. Lo más importante al buscar casa fue encontrar una que tuviera “espacios conjuntos y contacto visual directo desde cualquier punto”, cuenta Sara.

“Al principio nos daba un poco de miedo un espacio tan abierto, pero con el paso de los años nos hemos ido reafirmando en este modelo de casa. No nos arrepentimos para nada”, concluye.

En la primera parte de la vivienda se encuentran las zonas comunes: salón, comedor, cocina y un aseo de cortesía que se esconde tras la gran esfera blanca que se sitúa a la izquierda de la cocina.

En la segunda zona, a una altura ligeramente inferior, está la zona de noche. Abajo, la habitación infantil, un baño y un espacio de juego. Sobre estas estancias –y en una la segunda altura– se ubica el dormitorio de la pareja. A él se accede a través de una escalera volada. En lo relativo al estilo, el apartamento tiene aires pop, aunque también otros referentes. “Creo que hay mucha mezcla de estilos, quizá no es muy homogéneo, pero refleja bien nuestros gustos”, cuenta Sara.

Loft 25 Valencia

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En la entrada, la protagonista es esta peculiar estantería de obra. A ella se accede a través de una escalera, con un peldaño para cada pie, que siempre hay que comenzar a subir por la derecha. “La revestimos con madera de algarrobo para darle algo de calidez”, explica Sara. Aunque en un inicio la estantería estaba repleta de libros y revistas de diseño, “cuando nació Dani decidí llevarlas todas al estudio para desconectar del trabajo y centrarme en la vida familiar al llegar a casa”.

Detrás de la estructura circular que oculta el aseo de cortesía se encuentra uno de los rincones más personales de la casa. “Lo llamamos el rincón del arte porque es donde guardo todos mis instrumentos”, revela Sara, que ha sido música profesional y toca el violín y la bandurria.

“Además tenemos recuerdos y dedicatorias de nuestras amistades y también objetos de antes de vivir juntos”, añade. Algunos cuadros que han adquirido en sus viajes y una partitura enmarcada completan este rincón amueblado con pales reutilizados y que también hace la función de pequeña bodega.

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Uno de los elementos más sorprendentes del espacio es una enorme esfera blanca ubicada en la entrada de la vivienda. “Necesitábamos crear un aseo de cortesía, pero queríamos evitar cerrar un habitáculo, para no perder sensación de amplitud. Así, se nos ocurrió hacer algo escultural, algo que llamase la atención: un balón”, cuenta Sara. Todo un reto de ingeniería que se realizó con placas de pladur curvado en forma de gajos de naranja que una vez unidos crean esta escultural forma. “La puerta se hizo a medida y como referencia tomamos los portones para los aviones que tienen una estructura de refuerzo similar”, añade.

Cuando no encuentran una solución buscan alternativas diseñadas por ellos mismos. “Necesitábamos un mueble para el televisor, pero nada se ajustaba a lo que queríamos. Al final aprovechamos las ruedas de nuestro Mini antiguo para crear esta mesa”, explica Sara. Una pieza más personal y que encaja a la perfección con el estilo de la casa. Respecto al sofá, se trata de un diseño modular que permite cambiar la disposición de la cabecera y que cuenta con un puf que también puede hacer de mesa de centro.

Todo el sistema de luces y calefacción/aire acondicionado es domótico. Así, las paredes se mantienen libres de interruptores.

La zona del salón cuenta con un espacio dedicado a una de sus pasiones: las zapatillas Converse. “Toda la familia somos fans de la marca. Hace seis años le personalicé unas zapatillas a mi marido por su 30 cumpleaños. Poco a poco hemos ido acumulando ediciones diferentes que hemos comprado en nuestros viajes”, cuenta Sara. En lugar de esconderlas en un zapatero, las exponen en una pequeña estantería de obra. Entre su colección destaca un par con un motivo de una obra del pintor estadounidense pop Roy Lichtenstein, coronadas con unas plantas artificiales.

La cocina está integrada con el salón. “Nos gusta la idea de un espacio en el que se pueda interactuar”, cuenta Sara. Al final de isla hay una zona pensada para desayunos. “Aunque tenemos una mesa de comedor, lo que más usamos es la barra. Incluso cuando vienen amigos prefieren esta zona”, confiesa Sara.

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En el comedor destacan las sillas Tulip y unas enormes lámparas que le dan mucha entidad al espacio. Además actúan como obstáculo visual, dando algo más de intimidad a la zona del dormitorio.

La gran encimera de la cocina es de Silestone y los muebles se hicieron a medida. Están acabados en lacado negro y blanco en brillo. Junto a la zona de fuegos se aprecia una campana integrada en la propia encimera. Todos los electrodomésticos están escondidos dentro del mobiliario, por lo que son invisibles a primera vista.

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Originalmente el patio contaba con la mitad de superficie, pero la pareja decidió ampliarlo para maximizar la luz natural. Además, funciona de separador entre el espacio de día y el de noche. El suelo es madera de algarrobo y alrededor se ha dispuesto un camino de cantos rodados. El patio tiene luz perimetral LED y la barbacoa está hecha con piezas de pizarra. En las macetas de centro hay algunos cactus y suculentas. “Nos encanta el verde, pero como pasamos poco tiempo en casa, hemos preferido plantas más resistentes”, confiesa Sara.

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Con el nacimiento de Dani, el estudio se transformó en la habitación del pequeño. “Como todavía es pequeño decidimos poner una cama de adulto para compartir las noches con él”, comenta Sara.

En lo relativo al estilo, querían una estancia de corte más infantil, pero huyendo de los clichés tradicionales. “Me gustan los colores puros y busqué un contraste que tuviese su parte vibrante y su parte más serena”, explica Sara. En este dormitorio se encuentra uno de los objetos a los que Sara tiene más cariño. “Es una cómoda de mi abuela que he reconvertido para adaptarse a nuestra vida y que nos ha ido acompañado todos estos años”, cuenta.

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En la planta baja se ubica un cuarto de baño revestido completamente con malla de gresite en tonos grises y porcelánico imitación de pizarra. Gracias al gresite se componen formas estructurales, como es el caso de la gran bañera del fondo. Todos los muebles están lacados en rojo y cuentan con una hendidura que funciona a modo de tirador. La viga metálica del fondo se ha pintado en el mismo tono rojo del mobiliario.

La zona del fondo era inicialmente un área para compartir con amigos con un sofá integrado en el suelo. “Cuando llegó Dani lo transformamos en una zona de juegos para él”, cuenta Sara. En una esquina se ubica una de las piezas preferidas de Sara, la Ball chair de Eero Aarnio . “Es una de esas piezas que me encantaba y que tenía claro que quería en mi casa, independientemente del estilo”, confiesa. Se trata de un asiento ideal para leer, ya que su forma y acolchado interior aísla acústicamente del exterior.

Para acceder al piso superior, donde se ubica el dormitorio principal, se instaló una escalera compuesta de peldaños de siroco volados con una estructura metálica de refuerzo y LEDs integrados para iluminar la zona.

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El dormitorio principal es un espacio diáfano y completamente abierto con un baño. Detrás de la cama, un gran cilindro rojo funciona de barra de bomberos. “Cuando entramos en el almacén había un gran poste metálico, pero estaba en muy mal estado y no pudimos conservarlo. En el libro de los lofts había uno que el propietario tenía una barra de bomberos. Nos pareció algo muy divertido, así que creamos la nuestra”, cuenta. El techo a dos aguas conserva las vigas metálicas originales, aquí pintadas en blanco.

“Abrimos una ventana para introducir más luz y dejamos el armario a la vista. Siguiendo esa idea de transparencia total del espacio la ducha está rodeada por una cristalera con vistas directas al patio interior”, cuenta Sara. Lo único escondido para dar algo de intimidad es el inodoro que se encuentra tras las puertas blancas junto al armario.

En la zona de vestidor se sitúa otro de los elementos heredados. Se trata de un sillón de la bisabuela de Sara. “Nos gusta tal cual, así que decidimos no tapizarlo y mantenerlo en su estado original”, dice.

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