Con tantas idas y venidas, este piso sirve a su joven dueña como base europea donde hacer un alto en sus traslados de un destino a otro. Partiendo de una vivienda reformada carente de toda personalidad, el propósito con el que acudió al estudio de diseño de interiores A&B Curated era claro: transformar aquel piso insulso en un lugar confortable donde pasar varias semanas al año y sentirse como en casa. Teniendo en cuenta su trabajo como fotógrafa, era importante que el proyecto de interiorismo reflejara su sentido de la estética, su pasión por el diseño y su activo y cosmopolita estilo de vida. En la práctica, dichas premisas se tradujeron en una decoración elegante y sofisticada, con una atmósfera a medio camino entre lo contemporáneo y lo Mid-century.
De un vistazo
Quién vive aquí: Una joven fotógrafa australiana
Interiorismo: A&B Curated
Localización: barrio del Eixample, Barcelona
Superficie: 73 metros cuadrados, con 2 dormitorios y 2 baños
Presupuesto: 50.000 euros; obras de arte incluidas
Fotos: Joe Fletcher
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Lisa Richardson y Niki Robinson, las interioristas del estudio A&B Curated, definen la vivienda en su estado original como un lienzo en blanco sobre el que tuvieron que trabajar con unas premisas tan escuetas como la de darle al apartamento un estilo contemporáneo, pero en el que también se reflejara el amor de la propietaria por los muebles Mid-century. La combinación de ambos estilos ha sido, de hecho, la clave para lograr un resultado original.
De tal forma, piezas de Le Corbusier o Philippe Starck, entre otros, conviven con creaciones como las encontradas en Alfies: un mercado de antigüedades de Londres, o la alfombra antigua procedente de la colección personal de un vendedor de tapices. Esta última funciona como punto focal, aportando color y vida a la sala; además de servir como nexo de unión con otros accesorios, como las lámparas o los cuadros, al compartir con ellos algunas tonalidades.
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Los pequeños accesorios también juegan un papel muy importante a la hora de dar unidad y fuerza al resultado final. Los estantes de madera y latón se encargaron a un diseñador de muebles local. Resultan idóneos para colocar pequeños objetos decorativos y cuadros e ir variándolos en función del estado de ánimo de cada momento.
La flexibilidad es una cualidad que también aportan los cajones de madera que, al contar con unas ranuras a los lados, pueden moverse fácilmente de un punto a otro de la sala, según las circunstancias y necesidades, lo que resulta perfecto en un espacio pequeño como este.
En este sentido, como mesa de centro se eligió un diseño de Paolo Piva, con el sobre de cristal, que resulta más ligero y contribuye a que el salón no se vea sobrecargado de muebles.
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Una de las principales dificultades con las que se encontraron las interioristas fueron las reducidas dimensiones de los espacios. El hecho de que no se hiciera ninguna modificación en la distribución de la vivienda, ni se tirara ningún tabique, les obligó a una cuidadosa selección del mobiliario.
Un buen ejemplo de ello lo constituye la elección de esta mesa del salón, que debía hacer las veces de mesa de trabajo, pero también transformarse en mesa de comedor cuando se necesitara. En un viaje a Londres dieron con la pieza perfecta: una mesa de palisandro restaurada y plegable, que una vez abierta tiene capacidad para seis comensales.
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Una gran parte del presupuesto se dedicó a obras de arte de artistas contemporáneos, como el escultor suizo Lukas Ulmi –que vive en Valencia– o el artista local Guillermo Pfaff. Se trata de piezas que combinan perfectamente con fotografías realizadas por la propia dueña de la vivienda. Las interioristas han jugado a mezclarlas sin seguir ningún tipo de reglas hasta que cada obra encontró su lugar. Esta libertad en las composiciones ofrece, además, la posibilidad de añadir, quitar o cambiar las creaciones según le apetezca a la dueña.
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La iluminación ha sido una de las principales herramientas empleadas para dar calidez al proyecto y crear diferentes ambientes. En el salón se han elegido lámparas Mid-century que combinan con los colores de la alfombra; además de una sencilla lámpara de techo en color blanco que evita que el espacio se vea demasiado recargado.
En el caso de la cocina, comunicada con la sala de estar a través de un pasaplatos, se completó la iluminación ya existente mediante focos en el techo con una lámpara adicional que diera una luz más sutil y cálida, perfecta para los momentos de relax.
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En las habitaciones, al ser bastante pequeñas, las lámparas más allá de iluminar resultaban también esenciales para dar un toque de estilo.
Una de las piezas favoritas de las interioristas es la lámpara Tip of the Tongue(2013), de Michael Anastassiades, ya que es elegante, atractiva y, al mismo tiempo, lo suficientemente pequeña como para asentarse perfectamente en el espacio reducido de una mesita de noche. Por otro lado, el porte elegante de la lámpara de pie de mediados del siglo era una alternativa perfecta a una típica lámpara de lectura.
Aparte, en los dormitorios se utilizó una paleta cromática más neutra, con tonos suaves que ayudaran a dar una sensación de relajación.
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Aunque los baños contaban con todas las instalaciones, carecían de elementos que hicieran de ellos un lugar práctico, así como de detalles estéticos que les confirieran carácter.
Para solucionarlo, además de la colocación de mobiliario que proporcionara lugar de almacenaje, se llevaron a cabo varias modificaciones: se cambiaron las mamparas, los interruptores plateados se sustituyeron por otros blancos, se pusieron manillas nuevas en las puertas… Aunque uno de los principales cambios se realizó en el suelo del baño principal. En un principio era completamente blanco, lo que daba un aspecto demasiado frío y aséptico. En su lugar, se ha optado por un juego de baldosas blancas y negras que le dieron inmediatamente calidez y personalidad.
Accesorios como la escalera de madera o las cestas de mimbre se añadieron para darle un toque natural y cálido, pero sin perder su estética limpia y minimalista.
