La casa aúna todo el encanto de las construcciones antiguas –es del año 1920– y el atractivo de las plantas bajas, con zonas exteriores actuando como auténticos lucernarios. Sus propietarios, la diseñadora de interiores Miriam Castells y el arquitecto Joaquim Rigau, plantearon una reforma para hacer más luminosos los más de 120 metros cuadrados de espacio interior, conectando todas las estancias con los dos patios y el jardín. Destaca el patio de luces del edificio, que ya estaba pero que tras la reforma evoca “la esencia del patio andaluz”, según Miriam. En la decoración, con piezas vintage y muebles a medida, destaca una acertada mezcla de estilos.
De un vistazo
Quién vive aquí: La interiorista Miriam Castells y su marido, Joaquim Rigau, arquitecto; junto con sus dos hijos
Situación: Cerca de Plaça de Cardona, Barcelona
Superficie: 130 metros cuadrados, 70 del jardín y 14 más de los patios interiores
Proyecto: Miriam Castells Studio
Fotografías: Olga Planas
Las principales actuaciones de la reforma han estado enfocadas a potenciar la luz natural y conectar el interior con los dos patios –de luces y de entrada– y el bonito jardín.
Por ejemplo, se han abierto grandes ventanales en la zona de día y en el dormitorio principal. También, y para aprovechar la máxima altura de la casa –de casi 4 metros–, se han eliminado los falsos techos y se han restaurado los originales, fomentando la luminosidad.
La casa presenta una larga y estrecha planta rectangular (ver plano más abajo). El programa es una sucesión de espacios y cuenta con un dormitorio doble, dos individuales, un estudio y dos baños. En la imagen, vista del estar desde el comedor, con una pared de ladrillo visto descubierta en la reforma.
Lámpara de pie Arquímedes, de Ramon Isern y Gemma Bernal, editada por Tramo; en la mesa de comedor, silla Standard, de Jean Prouvé, que edita Vitra
Se decidió conservar el pavimento original en la zona de día, por lo que restauraron el mosaico hidráulico. En la zona de noche, en cambio, optaron por tarima de madera, que resulta más cálida.
El taburete de mimbre es un diseño original de Miguel Milá que ya no se produce.
Gran parte del mobiliario y de las lámparas son piezas heredadas que los propietarios han rescatado de altillos y trasteros familiares:
“De hecho, no buscamos un estilo decorativo en particular, sino que fue la sucesión de muebles que íbamos encontrando lo que ha ido dando forma a los espacios”, explica Miriam Castells.
El sofá del salón es el modelo Place, de Jasper Morrison para Vitra. El cojín se adquirió en Nordicthink. Las butacas son de herencia familiar. Las lámparas junto al sofá son de anticuario, como las sillas de la zona de estudio para los niños que están junto al sofá [se ven en la primera foto del reportaje].
Arriba, el plano de la casa, con el jardín y uno de los patios en los extremos. A la izquierda, en el espejo y reflejada, la puerta de entrada principal a la casa; en segundo plano, uno de los dos baños y, al fondo, el patio de luces: “El patio que conecta los baños y los dos dormitorios interiores, es un espacio que evoca la esencia del patio andaluz”, dice.
En el recibidor, una cómoda de madera de teca es una pieza sueca de los años 50, comprada en Noak Room scandinavian vintage furniture. El espejo se adquirió en un anticuario.
En esta imagen, el pasillo que vertebra la zona privada de la casa, comunicando el dormitorio principal con el estar-comedor y la terraza-jardín (al fondo de la imagen).
La búsqueda de luz natural es una máxima en toda la vivienda, también en el pasillo, donde los muros que dan a los dos baños llevan aperturas de vidrio en la parte superior, para aprovechar la luz que estos reciben desde el patio de luces. Los dos baños separan las dos habitaciones de los hijos, que también tienen ventanas al patio de luces.
De hecho, el pasillo, ha pasado a ser algo más que una zona de paso: es lugar de encuentro y también zona de almacenaje. Los culpables son una práctica silla de herencia familiar y los colgadores, uno de ellos instalado de forma que los pequeños de la casa también pueden dejar sus abrigos.
En el comedor, junto a los muebles de herencia familiar, hay otros diseñados por Miriam Castells Studio, como la mesa, hecha con mármol blanco Macael recuperado de una antigua cocina de los años 30. Las piezas de mármol van colocadas sobre una base de hierro, imitando a la técnica del patchwork.
Alrededor de la mesa, vemos diferentes estilos y modelos de sillas. En la imagen, dos sillas blancas 111 Navy Chair: una colaboración de Emeco y Coca-Cola. Entre ellas, la trona Tripp Trapp, de Peter Opsvik para Stokke. El comedor se completa con una estantería metálica de archivo recuperada.
Integrando el estar-comedor con la terraza se crea una única zona de día, “muy agradable todas las mañanas del año. Las tardes de invierno también son confortables en esta parte de la casa”, desvela Miriam. Para hacer la terraza, durante la reforma se movió la escalera, retrasándola al área del jardín. El pavimento es tarima de pino cuperizado.
Sofá exterior Nido, de Javier Pastor para Expormim. En el comedor (en el primer plano de la imagen y de izquierda a la derecha), silla Belloch, del estudio Lagranja para Santa & Cole; silla Jill, de Alfredo Häberli para Vitra
La cocina ocupa uno de los laterales de la terraza, con comunicación directa con el comedor de exterior y con el interior –en la imagen, el pasaplatos. Para las paredes se ha utilizado el mismo revestimiento de cerámica que en los baños. El mobiliario, a medida, está hecho en madera de pino, material que se ha utilizado en toda la vivienda.
“La cocina tiene mucha luz natural –apunta Miriam–. Además, cocinar con vistas al jardín es muy placentero”.
El patio de la entrada, a pie de calle y vinculado al dormitorio principal, ofrece unas verdes vistas gracias a un frondoso muro vegetal. Grandes puertas permiten el acceso directo de la habitación al exterior. “La luz de la habitación principal es muy cálida”, señala Miriam.
Para aprovechar al máximo el espacio en su dormitorio, la interiorista diseñó un mueble de cajones, de pared a pared. Está realizado en madera de pino, como la mesa de estudio, armarios y estanterías. Sobre la cajonera, vemos una lámina del cuadro Flag, de Jasper Johns, adquirida en el MoMA de Nueva York.
Para iluminar puntualmente esta zona, Miriam conservó la lámpara de techo que estaba en el piso. Junto a la cama, un flexo, que compraron a un anticuario.
En el rincón de lectura del dormitorio de Miriam y Joaquim hay un cómodo sillón de cuero negro y madera de haya barnizada. Es un diseño noruego de los años 60: el modelo Siesta, de Ingmar Relling, producido por Westnofa.
La cómoda es una pieza recuperada; sobre ella, hay una lámpara de herencia familiar.