Malasaña es un barrio madrileño, castizo donde los haya, que se encuentra en continua evolución… y ebullición. Los bares y comercios tradicionales conviven con pastisseries, ropa vintage y tiendas de diseño, en calles empinadas e intrincadas repletas de gente siempre a la última. Mostramos cómo es su día a día de la mano de cuatro Houzzers que viven en el barrio.
María Ercole es propietaria junto a Sergio Cappanera de la marca MON. Juntos, viven en Malasaña desde el año 2014.
¿Porqué te viniste a vivir a Malasaña?
Teníamos ganas de vivir en un barrio céntrico, dentro del casco histórico de Madrid. Tras abrir una concept store en el barrio, no nos quedaban excusas: había que mudarse a Malasaña. En la tienda vendemos cojines, bolsas de tela, manteles o estuches estampados con los animalitos de nuestra propia marca, MON.
Un bar, una tienda… ¿Con qué lugar del barrio te quedarías?
Me gustan dos bares, El Federal (Plaza de las Comendadoras, 9) y La Pescadería (calle Ballesta, 32). Y si tengo que elegir una tienda, me quedo con la boutique de moda Sin Clon ni Son (Plaza Dos de Mayo, 10).
¿Haces mucha vida en el barrio? Sales con amigos, compras, paseas…
Compro la ropa en el barrio y vamos siempre al mercado de la Corredera (calle de la Puebla, 15), que está a solo 200 metros de casa y que ha sido remodelado para ofrecer productos gourmet pero con charcutería, pollería o frutería como las de toda la vida. Voy a las panaderías a por el pan, nunca a supermercados. Cada día, doy largos paseos por el barrio.
¿Trabajas en Malasaña? ¿Cómo vas a trabajar, caminando, en bici, en moto…?
Ahora trabajo desde casa, así que lo tengo muy fácil; mi vida es muy malasañera, por decirlo de alguna manera.
¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Malasaña?
Sus calles estrechas, tan tranquilas por la mañana. Casi no pasa gente, parece que estás en un pueblo. Los viernes por la noche, el barrio se convierte en un hervidero: hay muchos bares y restaurantes de moda y eso hace que se llene, pero tampoco es tan malo, solo que ese día es difícil salir, ¡está todo abarrotado!
Germán Gómez es artista plástico y vive desde 2001 en Malasaña, con su pareja y su perro Händel.
¿Porqué te viniste a vivir a Malasaña?
Yo quería vivir en el centro de Madrid, en algún lugar entre Conde Duque y Chueca.
Un bar, una tienda… ¿Con qué lugar o lugares del barrio te quedarías?
Sin dudarlo, me quedo con la tortilla de patatas de la Bodega de la Ardosa (calle Colón, 13), con la Librería Tres Rosas Amarillas (calle del Espíritu Santo, 12) y con la tienda de Diseño DOOC (calle del Espíritu Santo, 27).
Germán pasea a su perro Händel todos los días por las calles de Malasaña: “Hago la compra por el barrio, y como y ceno algunos días con mis amigos también por
la zona”.¿Trabajas en Malasaña? ¿Cómo vas a trabajar, caminando, en bici, en moto…?
Tengo el estudio de fotografía en casa, por lo que no tengo que usar ningún transporte para ir a trabajar [risas].
A Germán le entusiasma la gente que pasea, la vida que hay en todas las calles y su luz. “Debe de ser por la inclinación del barrio (¡todo son cuestas!), pero al atardecer hay una luz maravillosa”. ¿Alguna pega? “La cantidad de tráfico que hay”, dice.
Javier S. Medina es un artesano espartero andaluz, que vive y trabaja en Malasaña desde hace 9 años.
¿Por qué montaste tu taller en Malasaña?
No recuerda si fue premeditado o no, pero su primer piso nada más llegar a Madrid fue en la Corredera Baja de San Pablo, en pleno Malasaña. “Soy una persona tranquila y aquí pude encontrar el perfecto equilibrio entre un barrio de toda la vida y la gran ciudad”. Años después, montó su taller de artesanía en un antiguo local de un carpintero de Malasaña (en la foto).
Para mí el barrio tiene muchísimos sitios y rincones fantásticos. Si tengo que elegir un bar, me quedaría con El Rincón (calle Espíritu Santo, 26), donde he compartido muchas vivencias y momentos delante de un café. También me gusta Gorila (Corredera Baja de San Pablo, 47), siempre lleno de gente estupenda.¿Haces mucha vida en el barrio? Sales con amigos, compras, paseas…
Toda mi vida está aquí. Mi casa se encuentra frente al taller y todos mis amigos viven en calles paralelas. ¡Prácticamente no salgo de este barrio! Para mí es un regalo sentarme a ver a la gente pasar, mientras como pipas en un banco.
Vivo justo enfrente del taller (calle el Escorial, 28): más que ir a pie… me dejo caer [risas].¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Malasaña?
Lo mejor es la cercanía que da la sensación de vivir en un pueblo. Conocer a todos los vecinos y que te saluden… ¡estando en el centro de una capital!
Elena Gordo es arquitecta y fundadora, junto a Cristina Romero, del estudio de arquitectura Lapizarq. Lleva 11 años en Malasaña y no lo cambia por nada.
¿Por qué te viniste a vivir a Malasaña?
Viví en un pueblo de León relativamente pequeño hasta los 18 años. Malasaña es lo más parecido a la vida de pueblo que he encontrado en el centro de Madrid.
En esta zona, cierran y abren nuevos locales constantemente, lo que hace que siempre apetezca pasear por el barrio y descubrir sitios nuevos. Recomiendo la calle Velarde para tiendas de ropa vintage, y las de Conde Duque y la Plaza Guardia de Corps para ropa de diseño. A la hora del aperitivo, me gustan las terrazas de la Plaza de las Comendadoras y las de la Plaza Dos de Mayo. En la calle Espíritu Santo es donde se concentran los negocios originales: palomitas de sabores, cafeterías que parecen el salón de una abuelita, zapatos a medida y moda jóvenes diseñadores.¿Haces mucha vida en el barrio? Sales con amigos, compras, paseas…
Toda mi vida está en el barrio. Aquí tengo todo lo que necesito. Mi casa, el colegio de la niña y mi lugar de trabajo están a 10 minutos andando unos de otros. Para ocio y compras, este es el barrio por excelencia de Madrid; a esto me refiero cuando comparo la vida en Malasaña con la de un pueblo: no necesito coger el coche ni el metro para mi día a día.
Elena trabaja en el coworking La Industrial (calle de San Andrés, 8), a 5 minutos a pie desde casa: “El barrio está lleno de este tipo de locales. No son solamente sitios a donde se va a trabajar; son también lugares de encuentro entre profesionales, de los que salen ideas maravillosas y nuevos proyectos”, cuenta.¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Malasaña?
Esa mezcla de modernidad y ambiente de pueblo, que la gente se conozca y que sigan existiendo negocios de toda la vida. La única pega es la suciedad que se genera los fines de semana.
Muy interesante los cuatro espacios y las personas que los habitan.
Saludos!